19.6.22

El Conde Lucanor, de don Juan Manuel

El conde Lucanor, de don Juan Manuel (1282-1348), es un libro escrito a principios del siglo XIV. La edición que manejamos es la de Castalia, a cargo de Enrique Moreno Báez, quien ha actualizado el castellano en el que fue escrito y ha simplificado su retórica; por ello podemos entender el texto con facilidad, si bien sus imaginarios aún nos resultan lejanos.

Moreno Báez también es responsable de la introducción, en la que se advierte que Don Juan Manuel no sale bien parado. Se dice de él que fue un caballero pendenciero y ambicioso, aunque no se duda de su erudición. Quedó huérfano siendo muy niño, aunque recibió una excelente formación. Heredó el cargo de su padre, Adelantado Mayor del Reino de Murcia, junto con numerosas propiedades; se casó tres veces con la intención de engrandecer su linaje. Participó en las contiendas civiles de Castilla y en batallas contra los moros en el Levante. Tras reunir todos sus escritos y dejarlos a buen recaudo en el convento de San Pablo en Peñafiel, murió en Córdoba.

12.6.22

Transcrepuscular, de Jordi Pastor


Voy atesorando años y manías, que al parecer son la base de lo que se ha dado en llamar madurez. Con ello, se reduce el campo de mis intereses intelectuales; en otras palabras, cada vez me importan menos cosas. Los cómics, por ejemplo, que alguna vez me atrajeron, ahora podrían desaparecer súbitamente de la faz de la Tierra sin que yo perdiera un minuto de sueño. (Tampoco me preocupa la semántica, por cierto, y seguiré llamando cómic a lo que ahora se supone que son novelas gráficas).

Por casualidad, o quizá por designios del Señor Oscuro, llegó a mis manos el cómic Transcrepuscular de Jordi Pastor, adaptación de la novela homónima de Emilio Bueso. Leí la novela en su momento porque se anunciaba como una obra magnífica dentro de la ciencia ficción patria, pero lo cierto es que solo me resultó curiosa. El cómic, en cambio, sí me ha impresionado, sacándome así del confort de mis prejuicios.

5.6.22

La hispanofobia como error epistemológico: el caso del erasmismo español

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En los estudios de humanidades, con frecuencia nos encontramos con prejuicios tan arraigados que se aceptan como válidos pese a su evidente falsedad. Uno de los más persistentes es la hispanofobia, que parece constituir un requisito implícito para obtener reconocimiento en determinados ámbitos académicos. En muchos estudios comparativos entre naciones europeas, la narrativa dominante presenta a ingleses, holandeses y franceses como agentes civilizadores, mientras que a los españoles se les asocia con la rapiña y la intolerancia religiosa. Esta distorsión, profundamente enraizada en la mentalidad europea y reproducida incluso en la propia España, merece una reflexión crítica sobre sus fundamentos y su validez histórica.

Cuando la documentación histórica y el análisis riguroso demuestran que la historia de Europa no puede reducirse a una dicotomía entre naciones ilustradas y oscurantistas, la cuestión adquiere un carácter epistemológico. Resulta pertinente preguntar por qué ciertos estudios de reconocido prestigio insisten en perpetuar una visión sesgada del legado español y por qué se tolera la difusión de interpretaciones que no resisten el contraste con las fuentes primarias.

29.5.22

Pierre Drieu La Rochelle, de Enrique López Viejo


Él sólo era capaz de una acción hermosa: destruirse.
Esa destrucción sería su homenaje a la vida, el único del que sería capaz.

En Pierre Drieu La Rochelle (París, 1893-1945), la herida supura. Es el maldito entre los malditos, el atormentado, el colaboracionista, el chivo expiatorio. Dedicó toda su obra a hablar de decadencia y suicidio. Al final, consiguió ser coherente: tras la Liberación, rechazó huir, justificó su adhesión a Vichy y le ahorró balas a los gaullistas con una sobredosis de barbitúricos. Dejó libros que hoy solo se encuentran en bibliotecas y librerías de viejo; casi todo está descatalogado. Para leerle, hay que escarbar aquí y allá.

Sin embargo, leer sobre él sí es accesible. Además de en Internet, hay varias biografías publicadas. La más reciente y divulgada es la de Enrique López Viejo, Pierre Drieu La Rochelle, el aciago seductor (Ed. Melusina), muy recomendable como introducción al autor y a la época. Además, no pretende justificar retroactivamente a Drieu: lo presenta tal cual era, un dandi, fascista y misántropo que utilizaba a las mujeres para ascender socialmente; un tipo a veces delirante, frustrado y rencoroso, que toda su vida quiso morir. Imposible que nos resulte indiferente.

22.5.22

Ongs y sociedad civil

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Desde los años noventa, se han venido creando miles y miles de Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) que presentan una serie de características muy definidas. Paradójicamente, dos de estas características, tal vez las más importantes, se reflejan en lo equívoco del nombre, que no podría ser más desacertado.

Así, el término "organizaciones" resulta erróneo en muchos casos. Gran parte de ellas no son organizaciones en el sentido estricto, ya que ello implicaría una coordinación compleja entre un mínimo de personas autónomas con opiniones divergentes. Pero ¡hay muchas ONGs que son unipersonales! Todos las hemos visto: en reuniones o conferencias, se presenta un fulano o fulana proclamando que él o ella es una ONG. Puede incluso que tenga donantes, tal vez algún voluntario, pero la "organización" es solo suya.

15.5.22

Así se domina el mundo, de Pedro Baños

Parece claro que el coronavirus va a transformar nuestras vidas y que, cuando esto pase y salgamos de nuestros encierros, el mundo que encontraremos no será el mismo de antes. Trasladado a las humanidades, podemos decir que esta pandemia actuará como la navaja de Ockham, separando lo banal de lo importante y dejando solo lo necesario para la reconstrucción económica y social. Tardaremos mucho en volver a leer a plañideras anti-Ilustración, a disfrutar de retretes como culminaciones artísticas o a considerar buena filosofía la jerigonza posmoderna. Nos esperan problemas capitales, y los libros que leeremos ya no podrán ser pérdidas de tiempo; el panorama que se avecina es demasiado poco halagüeño.

8.5.22

Leer a Escohotado en tiempos pandémicos

Antonio Escohotado cae bien porque su indiferencia hacia el canon progre es notoria. En sus libros, entrevistas y conferencias, defiende lo que cree que es la verdad sin importarle ser excluido de esa moralidad izquierdista que lo acapara todo, lo juzga todo y, finalmente, lo constriñe todo. A lo largo de su extensa vida ha estudiado y escrito sobre diversos ámbitos, como las drogas, la física y la economía, siempre desde una perspectiva más o menos libertaria. Es uno de los pocos intelectuales españoles inconfundibles: nadie dice lo mismo que él ni de la misma manera. Cualquier página suya es reconocible por su estilo y temática.

Todavía no existe un manual introductorio a su pensamiento, ni —que se sepa— una tesis doctoral de libre acceso en internet. Una pena. Si bien su obra es accesible para el lector medio, siempre es útil contar con la orientación de alguien docto que haya navegado más hondo en su pensamiento.

1.5.22

Los enemigos del comercio, de Antonio Escohotado


Antonio Escohotado (Madrid, 1941) es uno de los intelectuales más completos que tenemos en España en la actualidad. Ajeno a las banderías políticas, buen escritor y divulgador, parece haberlo leído todo y saber de todo bastante. Además, es uno de los pocos pensadores españoles con repercusión internacional. Su Historia general de las drogas fue una obra pionera en su momento, ya que el estudio serio de las sustancias ilegalizadas era prácticamente inexistente hasta entonces. El libro fue traducido con éxito a varios idiomas.

Formado en derecho, sociología y filosofía, en los últimos años ha centrado su trabajo en cuestiones económicas. Su monumental trilogía Los enemigos del comercio es prueba de ello. El primer volumen, publicado en 2008, prometía ser el prefacio de una obra definitiva en la crítica del intervencionismo estatal y la defensa de la libre iniciativa. En él, Escohotado analizaba la caída del Imperio Romano como consecuencia de su transformación en una economía basada en el saqueo y la esclavitud, para luego ser sucedido por un cristianismo pobrista y mezquino en la Edad Media, igualmente hostil al comercio.

24.4.22

Ecología o catástrofe. La vida de Murray Bookchin, de Janet Biehl


Murray Bookchin (1921-2006) fue un teórico anarquista y líder del movimiento ecologista estadounidense. A principios de los años ochenta publicó el celebrado La ecología de la libertad, que se tradujo al español en los noventa y aún circula en ciertos círculos junto con otras pocas traducciones de su obra. Recientemente, Virus Editorial ha publicado la edición en español de su biografía, Ecología o catástrofe. La vida de Murray Bookchin, escrita por su discípula Janet Biehl.

El libro supera las seiscientas páginas, pero resulta ameno y de fácil lectura. Además, la edición de Virus destaca por su buen diseño y una cuidada traducción. Biehl conoció a Bookchin en sus últimos años y, aunque aparece tangencialmente en la narración, la biografía no ahonda en detalles personales de ninguno de los dos. No sabemos, por ejemplo, si Bookchin se casó o tuvo hijos, o si le gustaba el jazz o el cine mudo. Más que un relato estrictamente personal, la autora aprovecha la vida y militancia de su biografiado para trazar una historia del movimiento ecologista estadounidense y, por extensión, del ecologismo a nivel mundial.

17.4.22

El Barroco. Una visión de conjunto, de José María Valverde


De entre los honorables autores de fuente secundaria uno de los que más apreciamos es José María Valverde (1926-1996). Este poco rimbombante profesor barcelonés dejó mucho material escrito, y si bien no hay nada que se pueda estudiar como punto de inflexión en la historia del pensamiento universal, sus introducciones y análisis de los clásicos de la literatura y la filosofía, así como sus libros de contextualización histórica, están entre nuestras lecturas más agradecidas.

En un principio su obra completa iba a aparecer en cinco volúmenes en Trotta. Lastimosamente sólo han pasado a la imprenta cuatro de ellos, porque el quinto, que pretendía llamarse Intervenciones, no se ha publicado ni parece que lo vaya a hacer nunca por un pleito entre sus herederos.

De cualquier manera, los cuatro que sí tenemos son un placer para el intelecto. El primero, Poesía, reúne su obra poética completa, que es existencialmente católica y kierkegaardianamente marxista, muy en la línea de su tiempo. Los tres volúmenes siguientes agrupan por temas su obra académica. El segundo, Interlocutores, es un análisis de la obra de grandes autores clásicos: Goethe, Machado, Joyce,… (si tuviéramos que ejemplificar escuetamente el talento de Valverde señalaríamos que es un autor tan pedagógico que consigue hacer de Joyce no sólo un autor inteligible, sino hasta sugestivo). El tercero, Escenarios, se centra en sus estudios sobre estética, con Hegel al fondo de interlocutor. Y el cuarto, Historia de las mentalidades, nos trae sus estudios sobre historia de la filosofía y el arte (aquí se reedita su célebre Vida y muerte de las ideas. Pequeña historia del pensamiento occidental, que tan buena fortuna editorial ha tenido).

10.4.22

Hegel en Colombia

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Germán Arciniegas (1900-1999) fue uno de los grandes intelectuales colombianos del siglo XX. Sus conocimientos eran vastísimos, y escribió docenas de libros a lo largo de su casi centenaria vida. Sin embargo, casi toda su obra y su actuación pública giran en torno a un único tema: la región latinoamericana y la defensa de su centralidad en la Historia frente a las hegemonías eurocéntricas. Por supuesto, su antagonismo con Hegel es constante; sus invectivas contra él son frecuentes. Y no es el único. Hegel ha gozado de mala reputación fuera de Europa, e incluso dentro de ella. Se le considera un claro ejemplo de arrogancia e imperialismo cultural. Estas críticas, como veremos, también se trasladan a Marx.

Debido al peso intelectual que tenía Arciniegas, su antihegelianismo no podía pasar desapercibido en el mundo académico del país. Danilo Cruz Vélez (1920-2008), probablemente el filósofo colombiano más importante del siglo XX, tuvo que confrontarse con él. En los cinco tomos publicados hasta ahora de su Obra Completa, hay varios textos referidos a este tema, escritos en algunos casos con varias décadas de diferencia.

3.4.22

En el viñedo del texto, de Ivan Illich


Hugo de San Víctor fue un teólogo del siglo XII. Nació en Sajonia, pero vivió siempre en París. Su obra más célebre es el Didascalicon, palabra griega que más o menos se puede traducir por "asuntos de la instrucción", y que es una guía para los monjes que van a adentrarse en el estudio. En ella se sostiene que el arduo camino de la sabiduría acaba llevando a Cristo.

Sobre Hugo de San Víctor, ya en el siglo XX, Ivan Illich escribió uno de los estudios más bellos y sugestivos que hemos leído nunca, En el viñedo del texto. Etología de la lectura: un comentario al Didascalicon de Hugo de San Víctor. Aquí no solo se expone lo poco que se sabe de la vida del teólogo sajón, sino que también se analiza el contexto y la finalidad de su obra, y, sobre todo, el período de transición que vivió, en el que el modo de lectura como liturgia colectiva se iba apagando por los avances técnicos y la propia evolución de la escolástica. Del saber entendido como tarea de memorización grupal de los textos sagrados se pasó gradualmente a la ya moderna actividad intelectual libresca y solitaria. La culminación del proceso vino con el tomismo y la llegada de las universidades, ya en el siglo XIII.

26.3.22

Contra las identidades


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En los últimos años parece que hemos perdido de vista que las personas tenemos personalidad, no identidad. Somos todos hijos de nuestra madre y nuestro padre, con nuestros sueños, miedos y deseos. Nos movemos en una amplia gama de grises, cada uno con su tonalidad propia; somos más o menos creativos o aburridos, más o menos confiables o mezquinos, más o menos familiares o solitarios... Tenemos una idiosincrasia que nos define y singulariza, que nos hace irremplazables. No hay un individuo igual a otro. De hecho, si ya es difícil hablar de caracteres homogéneos entre dos personas, resulta imposible hacerlo con respecto a multitudes.
 
La identidad, en cambio, es algo abstracto que tenemos como especie, pero no individualmente, y siempre está en relación dialéctica con otras especies u objetos. Somos humanos porque no somos ni elefantes ni sillas. Incluso aceptando el uso judicial del término, la identidad es un número que la burocracia estampa en nuestro pasaporte, pero que obviamente no nos define; en ningún caso somos solo una serie numérica.

20.3.22

Wallerstein y la crisis del Estado-nación, de Patricia Agosto


Hace algunos años, la editorial argentina Campo de Ideas distribuyó una serie de pequeños libros bajo el rótulo de “Intelectuales”. Estos textos breves y directos se caracterizaban por su estilo conciso, sin párrafos innecesarios, lo que les confería un enfoque didáctico. Su propósito era introducir a los lectores, especialmente a aquellos ajenos al ámbito académico, en la obra de algunos de los pensadores más influyentes del siglo XXI. Hoy, muchos de los autores reseñados en esta colección se perciben como piezas de arqueología intelectual, mientras que otros siguen siendo relevantes y continúan siendo objeto de estudio y reflexión en diversas disciplinas.

13.3.22

Umbral o el contradiós

Hay textos que desmerecen una publicación tan cutre. Umbral o el contradiós de Emilio Arnao tributa como ejemplo. Se nota que en la editorial estaban caninos o mentalmente dispersos. No usan cursivas y la lectura a veces es confusa porque entrecomillan indistintamente los libros referenciados, las citas o hasta grupos musicales de los que se habla tangencialmente. Hay erratas a mansalva y el tipo de letra elegida es poco apropiado para la verborrea fluvial de Arnao. No hay ni la más mínima reseña biográfica del autor, ni una introducción que nos presente el texto. Y para culminar, aunque esto ya es más accesorio, una cubierta blanquinegra que invita a salir huyendo, con su correspondiente nefasta contraportada en la que aparece una foto del autor en su peor día, así como una supuesta sinopsis apelotonada e ilegible.

También —y aquí terminamos con las quejas—, una vez que empezamos a leer lo que se supone es un ensayo sobre Francisco Umbral, nos encontramos con un ensayista que chupa demasiada cámara. Arnao se defiende diciendo que él no habla de Umbral, sino de “mi Umbral”, pero hay momentos, por ejemplo cuando nos cuenta que le duele la espalda o que está escuchando a Madredeus, que simplemente sobran. Si hubiera estado más contenido, menos subjetivo, menos queriendo ser tan genial como el maestro, tal vez estaríamos ante un libro casi definitivo sobre el gran escritor. Pero no acaba de funcionar.

6.3.22

Hojas de Madrid, de Francisco Umbral

Francisco Umbral nunca dijo ser otra cosa que un arribista que buscaba canapés gratis y dormitar con baronesas. Eso le hace auténtico.

Las mil y pico páginas de su antología Hojas de Madrid son, sin embargo, apabullantes. La obra gira, evidentemente, en torno a Madrid y a “la sed de mujer”. Es una suerte de autobiografía involuntaria (la selección de textos se hizo por la editorial tras su muerte) del joven de provincias que viene a Madrid a buscar la gloria literaria y, tras pasar por la bohemia, triunfa como cronista de los altos salones del Poder. No sobra ni falta ni un adjetivo, y los textos funcionan con la precisión mecánica de un reloj. Es magnífico, todo un ejemplo a seguir en su cuidado del estilo, la claridad y el respeto al lector. La voz narrativa es el yo, un yo que duda y habla con autoironía; prevalecen sus elaboradas descripciones de personas y lugares, y lo acertado del relato de una época.

27.2.22

La monserga política


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Una de las características más soporíferas e infantilizadoras del debate político-mediático en la España actual es la omnipresencia de la monserga. Está en todas partes. Justo cuando parece que podría surgir un discurso más o menos maduro e independiente, aparece el ofendido, el progre frailuno que viene a ejercer su dignidad moral, y se acaba entonces cualquier posibilidad de un intercambio de opiniones adulto.

En estas condiciones, no se puede hablar de nada sin vigilar hasta la última coma de lo que se dice, por si alguna palabra pudiera ser utilizada en contra. Es una regresión al parvulario, con la profe atenta a que nadie diga palabrotas. O peor aún, un retorno a los tiempos de la tutela eclesiástica, con su obsesión por la herejía y la condena.

Hay millones de ejemplos, pero basta con dos. Uno es cuando Aznar ridiculizó aquella campaña de la Dirección General de Tráfico que decía “No podemos conducir por ti”, preguntándose quién les había dicho que él quería que condujeran por él. Era evidente que hablaba del Estado y su intromisión en las libertades individuales. Sin embargo, Iñaki Gabilondo, con aires de monaguillo aranista alborotado, abrió su programa diciendo que Aznar animaba a la gente a conducir borracha. Como no podía faltar en la monserga, advirtió del mal ejemplo que esto suponía para los jóvenes.

20.2.22

Kieslowski y la imposibilidad de una respuesta definitiva


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Slavoj Zizek es lo que sucede cuando se hace filosofía tras inyectarse Red Bull en vena: algunos momentos auténticamente lúcidos, mucho balbuceo inconexo, y cierta perplejidad depresiva al final.

Este tipo de filosofía acelerada es el que encontramos en su libro Lacrimae Rerum. Ensayos sobre el cine moderno y ciberespacio, particularmente en un capítulo de unas ochenta páginas titulado “La teología materialista de Krzysztof Kieslowski”. En este ensayo, Žižek nos ofrece una lectura de la obra del cineasta polaco que, a pesar de estar salpicada de digresiones y citas lacanianas, contiene elementos que invitan a la reflexión profunda sobre el dolor, la culpa, la fe y la imposibilidad de encontrar respuestas fáciles a las preguntas más complejas de la existencia humana.

13.2.22

La innovación metafísica de Ortega, de Antonio Rodríguez Huéscar

Para comprender a la mayoría de los grandes filósofos necesitamos guías. Afirmar que nos hemos iniciado en la disciplina leyendo directamente a Aristóteles o a Hegel, sin mediadores, es tan impresionante como proclamar que hemos escalado el Everest en una sola noche. Impresionante pero necesariamente mentira. Peor aún, quien sostiene tales afirmaciones podría creer realmente que dice la verdad, sin sospechar que apenas ha entendido una mínima parte de lo que ha leído, del mismo modo en que una colina de Arganda del Rey, vista bajo los efectos del alcohol, bien podría parecer el Himalaya.

Los grandes pensadores están enraizados en contextos históricos y culturales que nos resultan lejanos. Sin un marco conceptual adecuado, muchas de sus ideas se nos presentan como ininteligibles, enredadas en códigos filosóficos que requieren una labor de interpretación. En otros casos, su opacidad no es solo conceptual sino estilística: algunos escribieron con una torpeza tal que avergonzaría a un estudiante de bachillerato. Es aquí donde la mediación de un buen intérprete se hace imprescindible.

6.2.22

Tres dimensiones del ser humano, de Xavier Zubiri

Xavier Zubiri es un filósofo para los muy filósofos. Para los no iniciados, su lectura puede resultar un suplicio o un eficaz somnífero, dependiendo del día. Los zubirianos no ayudan demasiado en este sentido, pues parecen competir por ver quién es más tedioso y servil al recitar al maestro con una devoción casi coránica, en lugar de esforzarse por hacerlo comprensible y fomentar su divulgación. No se trata siquiera de acercarlo al gran público—empresa difícil—sino al menos al ámbito académico y científico, donde su pensamiento podría aportar mucho.

Sin embargo, los zubirianos parecen empeñados en dificultar el estudio de su obra, reduciéndose así a grupúsculos cada vez más exquisitos (es decir, marginales). Por ello, suelen menospreciar los libros más claros de la primera etapa de Zubiri, así como los pocos de su producción posterior que pueden leerse con un conocimiento filosófico básico.