5.6.22

La hispanofobia como error epistemológico: el caso del erasmismo español

En los estudios de humanidades, con frecuencia nos encontramos con prejuicios tan arraigados que se aceptan como válidos pese a su evidente falsedad. Uno de los más persistentes es la hispanofobia, que parece constituir un requisito implícito para obtener reconocimiento en determinados ámbitos académicos. En muchos estudios comparativos entre naciones europeas, la narrativa dominante presenta a ingleses, holandeses y franceses como agentes civilizadores, mientras que a los españoles se les asocia con la rapiña y la intolerancia religiosa. Esta distorsión, profundamente enraizada en la mentalidad europea y reproducida incluso en la propia España, merece una reflexión crítica sobre sus fundamentos y su validez histórica.

Cuando la documentación histórica y el análisis riguroso demuestran que la historia de Europa no puede reducirse a una dicotomía entre naciones ilustradas y oscurantistas, la cuestión adquiere un carácter epistemológico. Resulta pertinente preguntar por qué ciertos estudios de reconocido prestigio insisten en perpetuar una visión sesgada del legado español y por qué se tolera la difusión de interpretaciones que no resisten el contraste con las fuentes primarias.

Uno de los casos paradigmáticos de esta distorsión es la interpretación del erasmismo en España. Se sostiene con frecuencia que España fue durante siglos un territorio dominado por el fanatismo religioso y el inmovilismo intelectual. Un argumento recurrente en este discurso es el supuesto rechazo de Erasmo de Rotterdam a viajar a España debido a su supuesta retrógrada mentalidad. Esta idea se sustenta en una carta dirigida a Tomás Moro en la que el humanista neerlandés habría expresado su desprecio por el país con la famosa frase "non placet Hispania". Este episodio se ha citado reiteradamente como prueba del supuesto fracaso del erasmismo en España y de la hostilidad del país hacia las corrientes humanistas.

Sin embargo, una revisión más detenida de los hechos revela una realidad distinta. En primer lugar, el propio Cardenal Cisneros, figura central en la política y la religión de la España del siglo XVI, invitó personalmente a Erasmo a enseñar en la Universidad de Alcalá. En segundo lugar, el supuesto rechazo del humanista a España no se debió a su defensa de valores ilustrados, sino a su profunda aversión hacia los judíos conversos, como queda registrado en su correspondencia: "Los judíos abundan en Italia; en España apenas hay cristianos". Lejos de rechazar un ambiente intelectualmente hostil, Erasmo evitó España por motivos de intolerancia religiosa.

Además, la interpretación habitual del "non placet Hispania" se basa en una lectura parcial de la carta a Tomás Moro. En ella, Erasmo también expresa su desagrado hacia Alemania, Flandes e Inglaterra, criticando las condiciones políticas y sociales de estos países. No obstante, mientras sus comentarios sobre otros territorios han sido ignorados, la referencia a España se ha utilizado de forma reiterada para sostener una narrativa hispanófoba.

El mito del fracaso del erasmismo en España es igualmente cuestionable. Como ha indicado José Luis Abellán, "Erasmo fue holandés, pero el erasmismo fue español". En España, las ideas de Erasmo encontraron un terreno particularmente fértil, influyendo en amplios sectores de la sociedad, desde la incipiente burguesía hasta el propio emperador Carlos V, cuya concepción de la universitas christiana refleja claramente la influencia del pensamiento erasmista. Además, obras fundamentales de la literatura española, como El Quijote, presentan una evidente huella del Elogio de la locura, lo que sugiere una recepción mucho más profunda de lo que la narrativa tradicional admite.

Finalmente, en una de sus últimas cartas, el propio Erasmo reconoció que en ningún otro país su obra había sido tan bien comprendida como en España. Su exclamación melancólica, "¿Por qué no me habré dirigido allá, en lugar de haberme marchado a Alemania?", desmiente la idea de un rechazo categórico hacia la cultura española.

El caso del erasmismo ilustra cómo la hispanofobia opera como un error epistemológico que distorsiona la historia. Cuando un manual de historia o filosofía afirma que Erasmo rechazó España por ser demasiado "retrógrada", o que su pensamiento no tuvo repercusión en la península, está perpetuando una falsedad. La reiteración de estos prejuicios en la investigación académica y en la divulgación histórica representa un problema grave para las ciencias humanas y para la comprensión de la contemporaneidad.

La hispanofobia, además de carecer de fundamento histórico, afecta la credibilidad de quienes la reproducen y empobrece el análisis académico. Es necesario un enfoque crítico que permita revisar estos errores y ofrecer una visión más rigurosa y objetiva del pasado.

1 comentario:

Milagros Fernandez dijo...

Gracias por la informacion