25.12.22

Ramiro de Maeztu, biografía de un nacionalista español

Ramiro de Maeztu, biografía de un nacionalista español de Pedro Carlos González Cuevas es un recorrido por la trayectoria intelectual del relegado autor noventayochista. Por supuesto, aporta los inevitables hitos vitales y alguna que otra anécdota, pero el libro se centra sobre todo en su semblanza como pensador. El autor es un profesor de la UNED, solvente y de probada valía, que además tiene cierta pericia estilística. No hay mucho escrito sobre Maeztu en los últimos años, pero, con esta obra y con el estudio que le dedicó José Luis Villacañas no hace mucho—y que aquí es explícitamente rebatido—, hay bastante con lo que trabajar.

Maeztu es un autor obviamente anatemizado por el canon progre, pero eso no merma su interés, aunque solo sea desde un punto de vista histórico. Es, sin duda, uno de los pensadores más influyentes del siglo XX. Su obra de madurez fue un nutriente ideológico del bando rebelde en la Guerra Civil; sin embargo, fue su obra de juventud, más templada, la que influyó en los tecnócratas del último franquismo. Aunque no sea habitual decirlo en voz alta, pocos intelectuales han dejado tanta huella política como él.

Sus aportaciones fueron muchas, y algunas de gran actualidad. Una muy llamativa que señala González Cuevas es que, mientras los intelectuales españoles han vivido deslumbrados por lo alemán y lo francés en los dos últimos siglos, Maeztu fue el primero en defender lo inglés e incluso lo norteamericano en estos lares. Para él, no era necesario afrancesarse culturalmente ni irse a Alemania a aprender a filosofar; todo lo necesario estaba en la tradición propia, y solo hacían falta ciertos injertos anglosajones. Básicamente, había que aprender a construir un capitalismo industrial y nacional competitivo. Como lector de Max Weber, sabía que eso pasaba por enseñar a los católicos que hacer dinero no era necesariamente pecaminoso. Maeztu se propuso crear una élite capitalista y católica y, viendo al empresariado español actual, parece que también en eso tuvo éxito.

Algo admirable de este pensador es que no rehuía el pensamiento económico, como suelen hacer muchos de sus pares. Ante el desafío del capitalismo industrial, o la "era de la técnica", dicho en términos más refinados, que configuraba las naciones europeas, decidió que había que domeñar al león y servirse de él. Había que poner la economía a trabajar para la nación. Frente al progreso material, que a menudo deja al margen a los hombres de letras, caben dos posturas: filosofar en posición fetal y lloriquear sobre cómo olvidamos a no sé qué ser metafísico y qué malo es el neoliberalismo, o bien analizar qué hay de liberador en los tiempos que corren y construir desde ahí.

Por ejemplo, hoy no vemos muchos pensadores mainstream estudiando la economía digital con la misma profundidad con la que Maeztu analizó en su época la irrupción del capitalismo industrial. Ahora persiste la omnipresente monserga anticapitalista de siempre, que no ofrece alternativas y que, con su maximalismo, ignora la realidad diaria: la cuestión laboral, es decir, la relación del trabajador con su empresa y la de las empresas con el Estado. Los teóricos del corporativismo, de los que Maeztu era un paradigma, sí entendían que una actividad que devora la mayor parte de la vida cotidiana de las personas merece más estudio y desarrollo, porque es una parte fundamental de la existencia humana.

Si trasladamos esto a nuestros días, con una pequeña y mediana empresa cada vez menos competitiva y un empleo público ineficaz y despilfarrador, parece inevitable asumir que el futuro pertenece a las grandes corporaciones. Entonces, la cuestión sobre la que deberían reflexionar los intelectuales es cómo convertir ese escenario en algo prometedor. Es decir, buscar los espacios de emancipación dentro de las coordenadas de lo real; cualquier otra cosa es complacencia y vendehúmos de académico bien pagado.

En cuanto a su vida, este libro nos enseña que Maeztu sobrevivió como periodista y nunca pudo permitirse vivir de ser intelectual. Tal vez eso le liberó de cierta impostura snob y le dio autenticidad a su obra. Una obra que, por cierto, no es fácil de conseguir, salvo dos o tres libros reeditados recientemente. Hay que buscarlos en bibliotecas o librerías de viejo. Merece la pena hacerlo. Y como guía de lecturas, este Ramiro de Maeztu, biografía de un nacionalista español y aquel Ramiro de Maeztu y el ideal de la burguesía en España de José Luis Villacañas son impagables.


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