1.1.23

Velocidad de escape



Un libro que pretendió encapsular las tendencias culturales y tecnológicas más innovadoras de su tiempo tendría que haber caducado muy pronto. Sin embargo, Velocidad de escape. La cibercultura en el final del siglo, publicado en 1995 por Mark Dery, sigue siendo un texto fecundísimo. Escrito antes de la popularización de internet, supo anticipar el mundo en el que vivimos hoy con una precisión epatante. Su autor es de esos que demuestran que llevan toda la vida estudiando la cuestión, que la comprenden profundamente y la aman, y que además saben comunicar. Es difícil resultar tan pedagógico y entretenido. Los ejemplos concretos de la cibercultura de los años ochenta y principios de los noventa han quedado muy atrás, pero aquellos temas iniciales siguen vigentes y sus dilemas de entonces son ahora nuestro día a día.

El título alude a la velocidad necesaria para que un objeto venza la fuerza gravitatoria del planeta, como ocurre con una nave espacial que intenta salir al espacio. Para Dery, la tecnología está alcanzando esa velocidad, ya que se está desligando de la humanidad y planteando sus propias metas. Y mediante la tecnología, a su vez, los hombres están llegando a su propia velocidad de escape con respecto a sus cuerpos y sus inmanencias, porque el ciberespacio y la genética les permiten superar la realidad física que les ha sido impuesta.

En las primeras páginas se habla de lo que Dery llama “teología de asiento eyectable”. Se trata de una nueva forma de tecnotrascendentalismo que actualiza las visiones religiosas de una escatología donde, al final de los tiempos, nos reintegramos en una conciencia única. Esta ya no es divina, sino alguna forma de Inteligencia Artificial. El dualismo cuerpo-mente es ahora superado por la tríada cuerpo-mente-máquina; en una era cuántica ya no es concebible expresarse en términos binarios.

Continúa con capítulos en los que se explica cómo el ciberpunk se convirtió en la contracultura de la década de los ochenta precisamente al rechazar a la contracultura de los sesenta y setenta; lejos de querer volver a la naturaleza, estos nuevos rebeldes buscan reconfigurarla con la tecnología. Las referencias a artistas tecnológicos, como La Fura dels Baus, y a Bruce Sterling y William Gibson, son constantes. Estos dos escritores de ciencia ficción, en pleno auge por aquella época, fueron los que crearon y desarrollaron términos como “la Red” o el “ciberespacio”. Sobre Gibson, Dery afirma que, de hecho, no hace ciencia ficción, sino que “lleva al límite las tendencias actuales del mundo capitalista”.

Hay un capítulo sobre el sexo mediado por la tecnología moderna. Habla de los nuevos usos amorosos cuando llegue la posibilidad de conocer gente a través de internet y, con un pequeño desatino en las predicciones, anuncia que para el año 2000 podremos acostarnos con máquinas. Por lo demás, hay páginas memorables sobre el sexo en una época en la que, como dice Ballard, ha muerto el afecto, y sobre una nueva sexualidad para una “nueva carne” al estilo de David Cronenberg.

Todo esto está muy relacionado con la autosuperación del cuerpo mediante cirugía, tecnología y genética. “He visto el futuro, y es un morfo”, clama Dery. Es el tema con el que se cierra el libro. Los peligros y posibilidades del posthumanismo nos llevan a ámbitos de la ética en los que hay mucho que tratar. No podemos seguir pensando en el ser humano y sus mundos como si no hubieran cambiado en los últimos siglos. De fondo están las demandas del artista Stelarc, que lleva años diseñando su forma corporal, y de pensadores neonietzscheanos como Max More, que quieren que Occidente se replantee su concepción de la libertad, no tanto como una cuestión de derechos civiles, sino en términos de autocontrol de la propia evolución y la libre posibilidad de modificarse a voluntad.

Y en estas estamos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta propuesta tuya que fundamentas y consolidas con estos libros,repensar la ética con la AI como tercera pata, es algo que me esta obligando a elegir nuevas premisas de interés, sobre temas a los que les doy vueltas hace mucho por mi trabajo,por ejemplo: porque hay tanto paciente diagnosticado de esquizofrenia desde nuestros actuales códigos, para los que Internet es una forma apaciguadora de relación y una pasión.Que es la eutanasia y el suicidio desde ahí,¿pura obsolescencia?,cual es nuestro margen de elección respecto a nosotros mismos,el modelado de nuestros cuerpos, mentes y emociones..