1.6.25

El año del pensamiento mágico, de Joan Didion


En el documental de Netflix sobre Joan Didion hay un momento que es entre abyecto y glorioso, ése en el que le preguntan que qué pensó cuando vio a un niño de seis años adicto al crack y ella contesta que pensó que ahí había material para un gran artículo. Tras esa respuesta epatante hay una coherencia de alguna manera admirable. Didion tiene alma de reportera que sabe no implicarse, y esa misma frialdad aparente la vuelca contra sí misma en El año del pensamiento mágico, donde describe lo que le sucedió en el 2004, año en que con muy pocos días de diferencia su hija fue hospitalizada de urgencia (moriría poco después) y su marido falleció de un infarto delante de ella.

Hay un texto de Julián Marías ya anciano en el que dice que llega un punto en la vida en el que “en el ¨nosotros¨ hay más muertos que vivos”. En el libro de Didion se podría añadir un “súbitamente” al principio de la frase. No solo enviuda y su hija muere (por supuesto, es ya un tópico decir que no hay nombre para cuando los padres pierden al hijo), sino que todo sucede muy rápido. Ella es la superviviente azarosa de cuarenta años de matrimonio y treinta y nueve de maternidad.

Didion lo cuenta todo con una supuesta distancia, pero siempre tenemos la sensación de que solo está intentando objetivarse en el reportaje sobre su dolor, porque de hecho habla al borde del llanto. El libro tiene algo del convencionalismo del luto: ahuyentamos el dolor mediante rituales y lugares comunes. Aquí es una escritora que se agarra a lo que mejor sabe hacer: escribir. De hecho en una entrevista de El País reconoce que contarlo todo tuvo algo de terapéutico.