26.4.25

El valor de educar, de Fernando Savater

Uno de los temas cruciales de la ciencia política es la cuestión del eje que divide a la izquierda y a la derecha, y cómo este eje se va moviendo con el tiempo cada vez más a la izquierda. Es habitual que personas que, hace unos pocos años, eran consideradas centristas o incluso progresistas, y que no han cambiado un ápice en sus posicionamientos, sean ahora retratadas como derechistas atrabiliarios. Esto sucede porque no han sabido, o no han querido, moverse al compás del eje.

Fernando Savater es claramente un ejemplo de esto. El socialdemócrata de manual de los años ochenta es ahora un extremista reaccionario según la clerigalla progre, que es la que domina la hegemonía cultural. El tema es que su pensamiento político ha evolucionado, pero no lo ha hecho lo suficiente como para detectar grandes rupturas en él. No es, desde luego, un caso como el de Jiménez Losantos o Pío Moa. De hecho, lleva cincuenta años diciendo básicamente lo mismo en cuestiones políticas: que los nacionalismos son malos, que el Estado no tendría que dirimir temas morales de la vida privada, que hay que poner a todo tipo de religión en cuarentena, que los derechos humanos son universales y que las culturas que se les oponen no merecen nuestra simpatía, etc.

19.4.25

No tendrás nada y (no) serás feliz, de Javier Benegas

En una inolvidable escena de la serie de televisión The Wire, Lester Freamon, el más inteligente de los detectives protagonistas, les dice a sus compañeros que en lugar de seguir los cargamentos de drogas, que solo los lleva a desdichados consumidores y traficantes de poca monta, lo que deben hacer es investigar adónde va el dinero que genera el negocio para descubrir quién se beneficia realmente del narcotráfico. Entonces sabrán qué individuos son los que tienen que enchironar si quieren acabar con la lacra que destruye Baltimore.
 
En No tendrás nada y (no) serás feliz, su último libro, Javier Benegas sigue el “sistema Lester Freamon”: está bien buscar las raíces de la decadencia occidental en el nominalismo de Ockham o ametrallar con brillantes citas chestertonianas en la batalla cultural, pero, al final, lo que hay que hacer es seguir el dinero y averiguar quién saca tajada de nuestra pauperización.

6.4.25

Giorgio Agamben. Justicia Viva, de José Luis Villacañas

José Luis Villacañas (Úbeda, 1955) es catedrático de filosofía en la Universidad Complutense, así como autor de numerosos ensayos con variada temática. El último giro en su profusa y heterogénea carrera editorial es una introducción al pensamiento del filósofo italiano Giorgio Agamben, que acaba de aparecer en una nueva colección, "Pensar la justicia cosmopolita”, lanzada por la editorial Trotta.

Empezaremos señalando que Giorgio Agamben. Justicia Viva no es una lectura fácil. Villacañas suele ofrecer libros más extensos, pero también más accesibles. En este caso, el trabajo es tan breve como complejo. Sin embargo, su gran nutriente intelectual amerita el esfuerzo de su lectura.

5.4.25

El mito del eterno retorno, de Mircea Eliade

Mircea Eliade (1907-1986) es uno de esos autores que, más que poseer una obra intelectual al uso, lo que ofrecen son auténticas cosmovisiones del mundo. Su monumental Historia de las creencias y las ideas religiosas, y otros libros adyacentes, como el Tratado de historia de las religiones o la Metodología de la Historia de las Religiones, ameritarían horas de dedicación y estudio, pero las urgencias de la vida reducen nuestras lecturas a las obras más breves, como las que Alianza publica en bolsillo: Lo sagrado y lo profano, Herreros y alquimistas, o El mito del eterno retorno.  

El mito del eterno retorno, en concreto, no es un libro largo ni particularmente difícil, y puede leerse en las breves treguas que nos concede esta existencia pauperizada por las pantallas y el asfalto. Consta de cuatro partes, todas interesantes y todas dejándonos con ganas de más. Eliade menciona en el prólogo que quiso incluir el subtítulo “Una filosofía de la Historia” en la cabecera, pero que, por modestia, prefirió dejarlo como está.