28.7.24

La guerra imaginaria, de Fernando Bonete Vizcaíno


La ciencia ficción es un género literario que rara vez suma puntos en las oposiciones a erudito. Se la considera infantil, poco profunda, y solo unos pocos escritores, como Philip K. Dick o J.G. Ballard, gozan de cierto reconocimiento académico, aunque siempre bajo la condición de que sean referencias secundarias dentro de un marco teórico más prestigioso. En una tertulia diletante puedes citar el contexto tecnológico de la soledad torturada de los personajes ballardianos, pero solo si es para ilustrar las reflexiones heideggerianas sobre la técnica. Es imprescindible dejar claro que Ballard es un accesorio, nunca la base de tu dieta intelectual.

Mencionar a Isaac Asimov en las élites intelectuales madrileñas, huelga decir, equivale a eructar en una recepción con los reyes. Nadie te lo recriminará directamente, fingirán que no ha pasado, pero notarás cómo poco a poco todos se alejan en silencio, incómodos.

21.7.24

¡Lo quiero!, de Luke Burgis


Paul Ricoeur predijo que René Girard sería tan importante para el siglo XXI como Marx o Freud lo fueron para el XX. Pero de momento no parece que su repercusión sea tan abrumadora como estos hitos señalados, y más que un acontecimiento intelectual que revierta súbitamente epistemologías, lo que vemos es una influencia gradual pero persistente que está permeando en los ámbitos más diversos.

Las propuestas de Girard han sobrepasado el mundo universitario y han tenido gran peso en el mundo económico, tecnológico y publicitario. Entre sus discípulos que se mueven fuera de la academia el más célebre es Peter Thiel, pope del Valle del Silicio, cuyo libro De cero a uno transpira deuda intelectual con su maestro, si bien este no aparece explícitamente en sus páginas.

14.7.24

La extraña muerte del marxismo, de Paul Edward Gottfried

Paul Edward Gottfried (n. 1941) es uno de los principales referentes académicos del paleoconservadurismo o conservadurismo nacional estadounidense. De origen judío e hijo de un refugiado húngaro, se formó en Yale, donde su director de tesis doctoral fue nada menos que Herbert Marcuse, el autor de cabecera de los movimientos contraculturales de los años sesenta. Aunque desconocemos en detalle su biografía, por lo que él mismo sugiere, fue marxista en su juventud. No podemos afirmar que ya no lo sea. Es anticomunista y nacionalista estadounidense, pero su enfoque es compatible, en lo metodológico, con el materialismo filosófico.

Al menos, esto es lo que podemos concluir de su único libro traducido al español y el único que hemos leído: La extraña muerte del marxismo. La izquierda europea en el nuevo milenio. Publicado originalmente en 2005 y traducido al español en 2007, aunque descatalogado, es posible encontrarlo en formato PDF. Se trata de un texto que habría requerido una mayor elaboración; se nota que está poco trabajado, pero se lee con facilidad y resulta muy sugerente.